¿Alguna vez te has preguntado por qué te sientes más seguro con los hombros hacia atrás o más triste cuando te encorvas? La respuesta está en la conexión entre tu cuerpo y tu mente. Mario Alonso Puig, médico y experto en bienestar, ha destacado la importancia de la postura corporal en nuestro equilibrio emocional, respaldado por estudios científicos que revelan cómo algo tan sencillo como sentarse o caminar erguido puede cambiar nuestra química cerebral y nuestra percepción del mundo.
La ciencia detrás de la postura y las emociones
- Cortisol vs. Serotonina: el equilibrio hormonal
Cuando adoptamos una postura encorvada, el cuerpo interpreta esta posición como una señal de amenaza o debilidad, lo que activa la liberación de cortisol, la hormona del estrés. Esto no solo aumenta la ansiedad, sino que reduce la capacidad pulmonar y la oxigenación cerebral, afectando la concentración. Por el contrario, una postura erguida y abierta estimula la producción de serotonina y dopamina, neurotransmisores clave para el bienestar y la motivación. - El cerebro lee tu postura
Según estudios de la Universidad McGill y otras investigaciones citadas en Mentes Abiertas Psicología, una postura expansiva (hombros atrás, cabeza alta) activa áreas cerebrales asociadas a la confianza y reduce el sesgo negativo, es decir, la tendencia a enfocarnos en experiencias desfavorables. Esto explica por qué personas con posturas cerradas suelen recordar más críticas que halago. - El ciclo cuerpo-mente
La relación es bidireccional: así como las emociones influyen en la postura, la postura puede modificar las emociones. Un experimento mencionado en Dialnet demostró que adoptar una postura de poder (como la de Superman) durante dos minutos reduce el estrés y aumenta la testosterona, vinculada a la seguridad.
¿Qué ocurre cuando nos encorvamos?
- Efectos físicos: Dolores musculares, hernias discales y menor oxigenación.
- Efectos emocionales: Refuerza sentimientos de inseguridad, tristeza e incluso depresión.
- Impacto social: Una postura cerrada se asocia con sumisión, mientras que una erguida transmite autoridad.
Recomendaciones prácticas para mejorar tu postura
Mario Alonso Puig y otros expertos proponen técnicas sencillas para romper el ciclo negativo:
- Técnica del «pecho de palomo»:
- Pies separados al ancho de hombros.
- Hombros hacia atrás y abajo.
- Mentón ligeramente metido y coronilla elevada.
- Sonrisa amplia (activando neurotransmisores positivos).
- Ajustes cotidianos:
- Usa un soporte lumbar al sentarte.
- Posiciona pantallas a la altura de los ojos.
- Levántate cada 30 minutos para estirar.

- Ejercicios clave:
- Yoga o Pilates: Mejoran la alineación y flexibilidad.
- Postura de poder: Dos minutos al día para aumentar la confianza.
Estudios que respaldan estos hallazgos
- Un estudio de Dialnet con pacientes con ansiedad social demostró que adoptar posturas expansivas reducía la percepción de amenaza en situaciones estresantes.
- Investigaciones de la Universidad McGill vinculan posturas erguidas con una mayor autoeficacia y menor tendencia a pensamientos depresivos.
Conclusión: Pequeños cambios, grandes transformaciones
Como señala Mario Alonso Puig, «nuestro cerebro lee la postura como un lenguaje«. Mantener una posición erguida no es solo cuestión de elegancia: es una herramienta para reprogramar emociones, reducir el estrés y enfrentar la vida con mayor claridad mental. La próxima vez que te sientas abrumado, prueba enderezar la espalda y sonreír. Tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.