Correr, una actividad que comenzó como una forma de escapar de una adicción que estaba consumiendo mi vida, se convirtió en una herramienta poderosa que transformó por completo mi existencia. Hace tres años, enfrenté un problema significativo en mi hígado debido a mi consumo excesivo de alcohol. Beber se había vuelto una rutina diaria para mí, y no estaba haciendo nada para cuidar de mi salud ni para mantenerme en forma. Sin embargo, cuando comencé a sentirme constantemente cansado y sin fuerzas para levantarme, supe que algo no iba bien.
Decidí buscar ayuda médica y, tras una serie de exámenes, el diagnóstico fue desalentador: hígado graso y otras enfermedades relacionadas con el abuso del alcohol. El médico me advirtió que si realmente quería recuperar una vida normal y saludable, debía dejar de consumir alcohol de inmediato. Aquella mañana, tomé una decisión trascendental: dejar de beber y buscar una alternativa saludable para enfrentar mi adicción.
Fue entonces cuando descubrí el poder del running. Al principio, era simplemente una manera de distraerme de mis deseos de beber y de los cambios que mi cuerpo estaba experimentando durante la abstinencia. Pero a medida que pasaban los días, me di cuenta de que el running se estaba convirtiendo en algo mucho más profundo y significativo para mí.
La primera vez que me puse mis zapatillas y salí a correr, sentí una liberación indescriptible. Cada zancada era un paso hacia la recuperación y la transformación personal. Mi mente se despejaba mientras mi cuerpo se fortalecía. La sensación de libertad y superación que experimentaba durante cada carrera me impulsaba a seguir adelante, incluso en los momentos de mayor dificultad.
Correr se convirtió en mi terapia, mi momento de introspección y renovación. A medida que aumentaba la distancia y mejoraba mi resistencia, también fortalecía mi determinación para superar mis adicciones. El running se convirtió en un símbolo de mi lucha contra el alcohol y en una manera de reconstruir mi vida.
No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a notar los beneficios físicos de esta actividad. Mi hígado comenzó a sanar lentamente y mi cuerpo se volvió más enérgico y fuerte. Los análisis médicos confirmaron los cambios positivos en mi salud. Pero más allá de los resultados médicos, el running me proporcionó una sensación de bienestar y satisfacción que nunca había experimentado antes.
Además de los cambios físicos, también experimenté una transformación mental y emocional. Correr me enseñó la importancia de establecer metas y perseverar para alcanzarlas. Aprendí a enfrentar los desafíos con determinación y a encontrar la fuerza interna necesaria para superar cualquier obstáculo. El running me brindó una sensación de empoderamiento y me recordó que soy capaz de lograr cualquier cosa que me proponga.

